martes, 20 de noviembre de 2007



por Cecilia Carchi V.

Una bienal internacional es el espacio en el cual participan como miembros de jurado y por tanto evaluadores de la calidad de una obra de arte plástica, críticos e historiadores.

Aunque en nuestro medio no es muy usual establecer la diferencia entre ambos, la crítica y la historiografía de arte tienen diversas líneas de orientación, en ocasiones contrapuestas. Shifra Goldman, norteamericana (ella nos aclara del suroeste de los EE.UU) con veinticinco años de experiencia en la historia contemporánea del arte latinoamericano y miembro del jurado de premiación de la IV Bienal aborda a través del presente artículo sobre éste y otros importantes asuntos.


“La historia de arte investiga sobre la vida de un artista, los movimientos de distintas épocas e inclusive en la mayoría de las ocasiones a la sociedad.. Quien ejerce la crítica de arte, en contraposición, debe frecuentar exposiciones pictóricas y en muchas ocasiones escribir su opinión muy rápidamente en un periódico o revista. Su trabajo por tanto es más periodístico. Lógicamente debe saber historia de arte, pero no tan profundamente”.

REQUERIMIENTOS DE UNA OBRA DE ARTE

Shifra Goldman nos aclara que los miembros del jurado de un concurso en obras de arte plásticas, antes que nada concuerdan en una serie de puntos que deben juzgar, previo a la premiación y que cada uno trabaja de acuerdo a sus propios condicionamientos.

En primer lugar se toma en consideración el aspecto formal (composición, estructura, uso del espacio, del color, la sombra y la luz, en síntesis la manera cómo el artista organiza sus elementos), un segundo aspecto es la técnica (óleo, acrílico u otros) y aquí es importante señalar que hay un sinnúmero de variantes por el campo de la experimentación (como por ejemplo la unión de serigrafía y pintura y fotografía y pintura), además de todo ello se toma en cuenta el tipo de soporte sobre el cual se asiente la obra: madera, tela, etc.


El contenido de la obra plástica, es decir su significación, es el tercer punto que un jurado evalúa. La comunicación del artista hacia quien recepta el mensaje es por tanto de singular importancia, porque una obra debe transmitir a la perfección lo que quiere decir.

PLÁSTICA LATINOAMERICANA

¿LENGUAJE PROPIO?

Desde su perspectiva de historiadora de arte, Shifra Goldman especifica que “no existen características generales durante todo un siglo, puesto que las condiciones históricas son completamente diferentes. De los años 20 a los 40 era una época social en América Latina con sus propias condiciones. Después de la segunda guerra mundial cambió la situación para todos, incluso los artistas. Y más tarde en los años 60, el arte latinoamericano cobró auge internacional.

Cuando se le pregunta si a partir de las obras expuestas en la IV Bienal Internacional de Pintura se podría afirmar que América Latina cuenta con un lenguaje autónomo en lo que a plástica se refiere o si existe tal vez un renacer de ésta, nos afirma: “No veo un renacimiento, porque ello es regresar a una época anterior. Tampoco creo en un renacimiento que repita las condiciones anteriores, porque el tiempo está cambiando siempre y los artistas cambian con él. Las condiciones sociales varían, de acuerdo a las necesidades”.

EL MERCADO INTERNACIONAL

¿DE QUÉ MANERA ACOGE EN LA ACTUALIDAD EL MERCADO INTERNACIONAL EL PRODUCTO DE ARTE LATINOAMERICANO?

Goldman reseña que la obra de arte es concebida como artículo de consumo, en ese sentido el mercado es algo netamente comercial, en el que intervienen los coleccionistas y las galerías.

El centro ahora es New York, sin embargo en sus inicios se desarrolló básicamente en París. Desde 1945 hasta los 60 Estados Unidos dominó el mercado de obras de arte. Después de la segunda guerra mundial, con Europa en ruinas, EE.UU. recobró nuevamente el poder cultural, entonces los coleccionistas empezaron a comprar obras del país del norte.

PERO REALMENTE, ¿EN QUÉ FECHA EMPEZÓ A RECONOCERSE A NIVEL DE VENTAS LA PLÁSTICA LATINOAMERICANA?

Los finales de los 70 (1977 específicamente) marcan de manera definitiva el arte moderno latinoamericano, lo que se aprecia en las primeras subastas que realizaron las casas Sotheby´s y Christy´s. Goldman recuerda que compró los catálogos de las primeras subastas de Sotheby´s, que empezaron con una referente al arte moderno mexicano.

Un ejemplo de cómo se ha incrementado, desde entonces hasta ahora, el precio de una obra de arte lo da el hecho de que en 1977 un cuadro de Frida Khalo se vendió en 19.000 dólares, mientras que en 1993 uno de la misma pintora lo remataron en 1´034.000 dólares.


Al reflexionar sobre el ascenso vertiginoso que puede tener una obra de arte de un momento a otro, Goldman nos comenta –con cierta dosis de ironía- que “la obra de un artista muerto en el sistema capitalista tiene mucho más valor (económico) que la de uno vivo, porque ya no podrá producir más”.

A partir de la década de los 80 el arte moderno de Latinoamérica empezó no solamente a tener aceptación a nivel de mercado, sino también se abrieron numerosas exposiciones, que fueron organizadas por el gobierno de los EE.UU, por museos y galerías privadas.


LA FUNCIÓN DEL PÚBLICO

Goldman es consciente de que el público que en general asiste a los museos y galerías es siempre “especializado”. “El arte del que hablamos es “culto” y tiene el interés de la clase de élite, que corresponde en diferentes países más o menos al 10% de la población. No es un arte que todo el mundo puede entender. Un porcentaje del que asiste a las galerías goza de recursos económicos lo suficientemente válidos como para adquirir una obra de arte”. De cualquier manera un porcentaje correspondiente al 90% restante siente inquietud por conocer qué significan esas manchas en un determinado cuadro y por ello asiste a las galerías, para tratar de entenderlo.